Cosmonaute

Historias

Con motivo de nuestro 140 aniversario, iremos publicando mensualmente relatos que narran las innovaciones más pioneras de Breitling. Estas historias se adentran en las historias jamás contadas que se esconden tras nuestros hitos y narran los avances que transformaron la industria relojera. Cada uno de ellos ofrece una visión de los momentos cruciales que han dado forma a la marca desde 1884.

01

Aerospace

02

Navitimer

03

Cosmonaute

04

Chronomat

05

Superocean

06

Avenger

07

Calibre B19

08

Project 99

09

Chronométrie

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COSMONAUTE

Navitimer Cosmonaute: el primer reloj suizo de pulsera en el espacio

En 1962, Breitling recibió una llamada inesperada que propulsaría para siempre su nombre a la historia. Scott Carpenter, uno de los siete astronautas del grupo Mercury de la NASA, se puso en contacto con Willy Breitling pidiéndole un Navitimer personalizado para su pionera misión espacial.

Carpenter ya conocía el reloj de aviación gracias a un grupo de pilotos militares y le había encantado su regla de cálculo, pero sabía que llevarlo al espacio requeriría algunas modificaciones. Quería conservar la regla de cálculo por si necesitaba realizar cálculos manuales, pero no necesitaba la escala de conversión de minutos a horas. La correa debía ser metálica y elástica para adaptarse a su traje espacial y llevar un bisel que fuera fácil de agarrar con los guantes espaciales. Pero lo más impactante de todo fue su petición de sustituir la escala de 12 horas por la de 24, ya que el día y la noche significan poco cuando se está en órbita, porque desde ahí arriba lo que ve un astronauta es una rápida sucesión de amaneceres y puestas de sol.

Willy Breitling disponía de menos de dos meses para realizar el pedido del astronauta, pero cumplió el plazo a tiempo, e hizo historia. El Navitimer Cosmonaute, como se conocería más tarde, orbitó la Tierra tres veces en la muñeca de Carpenter, convirtiéndose en el primer reloj de pulsera suizo en el espacio.

A su vuelta, el astronauta amerizó en el Océano Atlántico, a 400 km del punto de rescate previsto y pasó tres horas en una balsa salvavidas antes de que llegaran los equipos de rescate. El reloj, fabricado para el espacio y no para alta mar, quedó muy dañado por el agua salada. Carpenter lo envió a Willy Breitling, quien lo sustituyó rápidamente por otro nuevo.

La familia Breitling aún conserva el original, y aunque la esfera quedó destruida, su corrosión forma una interesante pátina, casi como si fuera un paisaje planetario.