Historias
Con motivo de nuestro 140 aniversario, iremos publicando mensualmente relatos que narran las innovaciones más pioneras de Breitling. Estas historias se adentran en las historias jamás contadas que se esconden tras nuestros hitos y narran los avances que transformaron la industria relojera. Cada uno de ellos ofrece una visión de los momentos cruciales que han dado forma a la marca desde 1884.
NAVITIMER
Navitimer: el primer reloj de pulsera con ordenador de vuelo
La relación de Breitling con la aviación es más que un vuelo de placer. El ascenso de la empresa a la cabina del piloto no fue tanto un esfuerzo de marketing sino más bien una misión encubierta. Todo comenzó en 1937, cuando la Oficina de Guerra británica invitó a Willy Breitling a diseñar relojes de cabina para la Royal Air Force (RAF). Willy no tardó en crear una división de producción especializada, la Huit Aviation, para fabricar instrumentos de cronometraje para la RAF y sus aliados, una labor que requería el transporte clandestino de sus productos desde la Suiza neutral a Francia y Gran Bretaña. (no te pierdas más información en un próximo artículo).
Una vez finalizada la guerra, los cronógrafos de aviación de Breitling cautivaron tanto a pilotos aficionados como profesionales, especialmente en 1952, cuando Breitling diseñó lo que se convertiría en el primer reloj de pulsera para pilotos del mundo equipado con una regla de cálculo circular. Estaba destinado al mayor club de aviadores del mundo, la Aircraft Owners and Pilots Association (AOPA), y se convirtió en el reloj oficial de sus miembros cuando comenzó a fabricarse dos años más tarde.
Presentado como un ordenador de vuelo, el Navitimer (cuyo nombre es la combinación de «navigation» y «timer» (navegación y cronómetro)) transformó el cronógrafo para pilotos al ser capaz de calcular desde la velocidad de ascenso hasta el consumo de combustible. El atractivo del reloj se extendió mucho más allá de la aviación; incluso celebridades de la época, como el músico Miles Davis o los pilotos de F1 Jim Clark y Graham Hill, lucían su Navitimer.
La regla de cálculo circular que en su día ayudó a los pilotos a trazar su rumbo sigue siendo actualmente uno de los grandes iconos de la relojería y un símbolo para todos aquellos que planean sus viajes personales por la vida.