De la década de 1970 a la de 2010
CAPÍTULO 4: INSTRUMENTOS PARA PROFESIONALES
INSTRUMENTOS PARA PROFESIONALES
A finales de los años 70, los fabricantes de relojes mecánicos tuvieron que enfrentarse al mayor reto de toda su historia: la «crisis del cuarzo». El cuarzo era exponencialmente más preciso y fiable que los relojes mecánicos. Al mismo tiempo, su producción era muy barata. Por esta razón, el sector de la relojería tradicional entró en crisis cuando la precisión dejó de ser el factor que definía la calidad de un reloj.
La salud de Willy Breitling estaba empeorando con rapidez, pero no se retiraría hasta haber encontrado un sucesor en el que pudiera confiar y que se resistiera a fusionarse con otras marcas para sobrevivir a la crisis. Finalmente, Willy encontró al hombre que buscaba: alguien que, estaba convencido de ello, mantendría la independencia de la marca y preservaría su legado.
Ernest Schneider, un entusiasta de la tecnología y la aviación, tomó las riendas de Breitling en 1979, en el punto álgido de la crisis del cuarzo. Schneider comprendió que era el custodio de un legado único. Para que la marca triunfase, tendría que guiarla a través de un proceso de especialización que nadie más pudiese replicar. Este proceso eran los «instrumentos para profesionales», relojes de alto rendimiento diseñados para proporcionar funcionalidad, fiabilidad y durabilidad incluso en las condiciones más adversas.
La estrategia de Schneider daría sus frutos. Breitling capeó la crisis con éxito y, en 1984, pudo resucitar su centenaria maestría artesana presentando el famoso Chronomat, un reloj revolucionario que allanó el camino para el regreso de los relojes mecánicos.
1979
La marca fue vendida a Ernest Schneider. Schneider era un ingeniero electrónico especializado en transmisiones dentro de las fuerzas armadas suizas. Anteriormente había sido director de la empresa relojera Sicura, que prosperó bajo su liderazgo, destacando por diversos avances técnicos, sobre todo en el ámbito de los relojes con célula solar y cuarzo. En su vida personal, Schneider era un entusiasta de la aviación que contaba con licencia de piloto y era dueño de su propio avión. Como relojero y aviador, Ernest Schneider había estado entre los admiradores de Breitling desde hacía mucho tiempo. El 5 de abril de 1979 firmó el contrato que lo colocaba a las riendas de la marca Breitling.
Principios de la década de 1983
Schneider se enteró de que una de las escuadrillas acrobáticas más prestigiosas del mundo, las Frecce Tricolori del Ejército Italiano, había convocado una licitación para su reloj oficial. La escuadrilla acrobática de élite prefería una indicación analógica, por lo que su reloj debía ser mecánico. Schneider consideró que este proyecto le proporcionaba la oportunidad perfecta para reafirmar la dilatada experiencia de Breitling en el ámbito de la relojería tradicional, conmemorando al mismo tiempo los estrechos vínculos de la marca con el mundo de la aviación.
En 1983, Breitling creó el Chronograph «Frecce Tricolori» para el equipo de reactores italiano. Introdujo elementos de diseño clave como un bisel giratorio con cuatro índices móviles en los cuartos de hora y un brazalete Rouleaux que más tarde se convirtió en un elemento básico del Chronomat.
La idea del Emergency surgió durante una conversación entre Ernest Schneider y un funcionario de la OTAN que reflexionaba sobre cómo las tripulaciones aéreas y marítimas podrían beneficiarse de un transmisor de emergencia que pudiera llevarse en todo momento, como un reloj. Poco después, Schneider empezó a trabajar en ello.
Principios de la década de 1980
Schneider no veía el cuarzo como un rival. De hecho, veía una oportunidad en él. Por un lado, el cuarzo proporcionaba el tipo de precisión y fiabilidad que los auténticos profesionales exigían a sus relojes. Por otro, la crisis había convertido la relojería mecánica en una industria de nicho que en ese momento estaba ocupada por un grupo de competidores mucho más reducido. «Instrumentos para profesionales» se convirtió en el lema de esta nueva era de Breitling. Mientras otras marcas utilizaban el cuarzo debido a su precio, Breitling empezó a utilizarlo como base para desarrollar los relojes más precisos y fiables del mercado. Mientras tanto, la marca no dejó de crear relojes mecánicos. De hecho, Breitling desempeñaría un papel importante para garantizar su regreso.
Principios de la década de 1984
Breitling celebró su centenario con el lanzamiento del Chronomat. Este extraordinario modelo desencadenó la resurrección del cronógrafo mecánico, además de convertirse en un superventas de Breitling. Su diseño, más concretamente sus inconfundibles índices móviles en el bisel, se inspiraban en el Chronograph «Frecce Tricolori» lanzado el año anterior.
Fue una apuesta muy audaz que iba contra el cuarzo, la tendencia dominante en aquel momento. El considerable tamaño del Chronomat marcaba un agudo contraste con los relojes ultrafinos de cuarzo que gozaban de gran popularidad en la época. Sin embargo, la apuesta de Breitling daría sus frutos. El reloj cosechó gran éxito rápidamente en Italia (un mercado clave para la alta relojería) y en Estados Unidos, volviendo a poner de moda el cronógrafo mecánico.
1985
La filosofía dual de la marca era mantener la tradición mecánica de Breitling y, al mismo tiempo, aprovechar los últimos avances electrónicos para mejorar la experiencia del usuario. La segunda idea quedó ilustrada brillantemente con la introducción del cronógrafo multifuncional Aerospace en 1985. Este modelo de cuarzo absolutamente innovador, equipado con tecnología suiza de última generación, poseía una indicación doble, analógica y digital, y su esfera contaba con dos pantallas LCD.
1986
La marca lanzó el Old Navitimer, una reinterpretación del diseño original de 1952. Estaba equipado con un movimiento Valjoux automático. Debido a su dilatada historia y a su elegante diseño, este reloj hizo su contribución al regreso del cronógrafo mecánico.
1995
El Emergency fue el primer reloj de muñeca equipado con transmisor de emergencia integrado. Lanzado inicialmente en 1988 con una antena individual, adquirió su forma final en 1995 con la introducción de un ingenioso sistema patentado de despliegue de antenas. El microtransmisor de este modelo, bloqueado en la frecuencia internacional de socorro aéreo, contaba con dos antenas y poseía una reserva de energía independiente de 48 horas. Para desarrollar esta tecnología, Breitling colaboró estrechamente con Dassault Electronique, la división especializada del célebre fabricante de aviones francés.
La idea del Emergency surgió durante una conversación entre Ernest Schneider y un funcionario de la OTAN que reflexionaba sobre cómo las tripulaciones aéreas y marítimas podrían beneficiarse de un transmisor de emergencia que pudiera llevarse en todo momento, como un reloj. Poco después, Schneider empezó a trabajar en ello.
1999
Breitling puso punto y final al milenio con un logro que había comenzado en 1992, cuando el piloto suizo de aerostatos Bertrand Piccard ganó el Desafío Transatlántico de Chrysler con el apoyo de la marca. Animado por este éxito, Piccard se embarcó en uno de los últimos grandes retos pendientes de la aviación: el vuelo sin escalas alrededor del mundo a bordo de un globo aerostático.
El 1 de marzo de 1999, a las 08:05 GMT, el globo Breitling Orbiter 3 se elevaba sobre Château-d’Oex, una localidad de los Alpes suizos. A bordo iban Piccard y el inglés Brian Jones. Los dos llevaban un reloj Emergency en la muñeca. El 20 de marzo a las 09:54 GMT, el Breitling Orbiter 3 cruzó su meridiano de salida en el cielo sobre Mauritania. El nombre Breitling había vuelto a hacer historia en el mundo de la aviación.
2009
El primer calibre de la manufactura Impulsada por su deseo de mantener su independencia tecnológica, Breitling introdujo su primer calibre de la manufactura: el Calibre 01, desarrollado en la Breitling Chronométrie.
1994
Ernest Schneider traspasó oficialmente la empresa a su hijo, dando paso a la quinta generación de directores de Breitling. Théodore Schneider había estado activamente implicado en la empresa durante varios años y lideraba un pequeño equipo, no demasiado «jerárquico» en comparación con otras grandes empresas relojeras de la época. Su estructura corporativa favorecía la eficiencia, el rendimiento y la toma rápida de decisiones, algo que tendría una importancia crucial en los próximos años.
1999 – 100% Chronometer
En 1999, Théodore Schneider se fijó un objetivo para la empresa: que todos sus movimientos obtuvieran la certificación como cronómetros.
Al principio, la idea parecía poco realista y utópica. Los cronómetros certificados requerían una precisión extrema. Las marcas que ofrecían esta característica lo hacían principalmente como valor añadido para sus relojes especiales. La certificación de todos los movimientos de Breitling supondría replantear todo el proceso, desde la selección de los componentes hasta la inspección final, pasando por todas y cada una de las fases de montaje.
A pesar de todo, Schneider no se desanimó en su objetivo de certificar como cronómetro el 100 % del catálogo. Con el fin de garantizar un dominio total de la calidad, la empresa decidió «verticalizar» el montaje de sus movimientos mecánicos, integrando todos sus pasos bajo un mismo techo: el suyo propio.
2001
Breitling necesitaba una fuente fiable de movimientos de alto rendimiento en las cantidades demandadas y con el nivel de calidad exigido. Schneider decidió que la única manera de garantizar la fuente era ser la fuente. Con la apertura de la Breitling Chronométrie en La Chaux-de-fonds, la marca se convirtió en uno de los pocos relojeros independientes que fabrican sus propios movimientos.
2013
Breitling actualizó el Emergency integrándole la única baliza de emergencia con doble frecuencia de todo el mundo que podía llevarse en la muñeca. El reloj fue aprovechado inmediatamente por las autoridades como herramienta para que los servicios de socorro pudieran coordinar las operaciones de búsqueda y rescate en cualquier lugar del planeta.
2015
El Exospace B55 combinaba el atractivo de un magnífico reloj de pulsera con la conectividad de un smartphone. Especialmente cautivador debido a su caja de titanio negro y su correa de caucho, era, como es tradición en Breitling, un reloj-herramienta que no hacía concesiones en materia de diseño. Los ajustes del reloj, incluida la configuración de la hora, los husos horarios y las alarmas, podían hacerse a través del teléfono móvil. Dos pantallas digitales mostraban al usuario las llamadas entrantes, los correos electrónicos, los mensajes de texto y las entradas del calendario.
Puede que Breitling hubiera cambiado de manos, pero su espíritu pionero había prevalecido. Los Schneider mantuvieron la tradición de innovación establecida por la familia fundadora de Breitling y siguieron sobrepasando los límites del diseño y la tecnología. Desde las balizas de emergencia a los calibres de la manufactura, un reloj Breitling era sinónimo de calidad, estilo y rendimiento. Pero los cambios –y los avances– en la casa no terminarían ahí. Muy pronto, Breitling sería vendida a una nueva empresa, cuyas innovaciones le garantizarían un futuro más conectado y sostenible.